Caracas, (10/8/2016)-Como ya
se sabe, Caracas es una cosa de día y otra en la noche, como Fiona en la
película animada Shrek; la ciudad se transforma y, al caer el sol, salen a
flote cantidades de mendigos, drogadictos, prostitutas, transexuales que
merodean por las estaciones del metro de Caracas, indistintamente de dónde estén
ubicadas. Es algo generalizado.
Cuando amanece,
las personas que sí se resguardan temprano para evitar cualquier tragedia,
salen a sus respectivos trabajos para abordar el tren el servicio de este sistema de
transporte masivo.
La
mayoría tiene que entrar con la boca y nariz tapada y apurando el paso por el
repugnante olor producto de las noches de locura que se desencadenan cerca de las
Metro: vómitos por doquier, estiércol humano, orine, basura regada, entre
otros. La fetidez es sumamente desagradable.
Los
funcionarios de limpieza, muy temprano, hacen su trabajo de para
retirar, en la medida de lo posible, todo lo que la gente desecha en el sitio.
Se limpia con manguera, agua y desinfectante, pero es tanta la acumulación y el tiempo por el que ha ocurrido, que
es inevitable que siga brotando el desagradable olor.
Lo que
resulta más ilógico es que en las entradas/salidas del Metro de Caracas, muy
cerca existen módulos de Patrullaje
Inteligente, una de las diecinueve soluciones de seguridad propuestas por el gobierno
por intermedio del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores,
Justicia y Paz, y que los policías se hagan los tontos cuando a su alrededor se encuentran
este tipo de personas causando daño a la infraestructura pública y haciéndo de las suyas.
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