En el galpón El Clic, ubicado en
Catia, Distrito Capital, justo al lado del Mercado Pérez Bonalde, personas de comunidades
de sectores populares provenientes de: 23 de Enero, Gramoven, Federico Quiroz,
Ciudad Caribia, Plan de Manzano, El Pajuí, Horizonte y Nueva Tacagua se
acercaron a hacer su respectiva cola para proveerse de alimentos, en esta
oportunidad de: dos harinas de maíz precocida, dos arroz y un frasco de queso
fundido. Ese pequeño combo costaba 5.800 bolívares.
La Guardia Nacional Bolivariana (GNB) acostumbra a organizar las colas conjuntamente con los colectivos de las zonas aledañas. Los miembros de los colectivos se distinguen del resto por vestir una chaqueta negra y una gorra del mismo color con una estrella roja. Dicen los consumidores, que siempre esta dupla se ha llevado bien. En esta oportunidad, las cosas no fueron así.
La GNB, a sabiendas que habían personas
que tenían desde la madrugada esperando para poder comprar algo, al llegar el
camión con los alimentos, inmediatamente, un grupo de bachaqueros, harto
conocidos por los habitantes de estos sectores populares, fueron surtidos de mercancía,
antes que la propia gente que estaba en sus respectivas colas.
Esto causó un gran malestar,
pues, a lo macho, la GNB, tuvo el tupé de decirles a los consumidores que
vieron todo lo ocurrido, que ya no quedaba comida, sino para un pequeño grupo
de personas y no para todo el cúmulo de gente que allí se encontraba.
Las personas empezaron a gritar y
agitarse, insultos iban y venían de ambas partes. El enfrentamiento entre la
GNB y los colectivos fue directo: armas en mano, según indica uno de los
consumidores, pues los colectivos que funcionan en cada uno de estas barriadas
quisieron impedir que la gente se fuera sin su bolsa de comida, por el hecho
que los efectivos de seguridad hayan preferido ofrecer la comida a los
bachaqueros que a los que sí necesitaban llevar comida a sus casas.
Entre la sampablera que se formó,
la GNB le cayó a peinillazos a todo el que se le atravesó en el camino y, al
final del asunto, nadie, absolutamente nadie, pudo comprar a raíz de este percance.
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