No es un secreto para nadie que en las cárceles
venezolanas mandan los pranes. Es una realidad que la ministra para Asuntos
Carcelarios, Iris Varela, quiere esconder, mostrándonos unas cárceles de
ensueño donde la verdad es que los privados de libertad tienen que hacer maromas para subsistir
y, junto a ellos, sus propios familiares.
En Yare III, uno de los centros carcelarios
más notables del país, ubicado en el estado Miranda, cada recluso debe pagar
una “causa” (especie de vacuna), para contar con privilegios dentro del recinto o para
mantenerse con vida. En la cárcel, las deudas se pagan con sangre.
Cada uno de ellos, semanalmente, deben
desembolsar 1.500 bolívares al pran, monto que en Yare III está por subir. El pran,
que no mencionaremos, cuenta con “luceros”, internos que le sirven de
guardaespaldas y manejan todo lo relacionado con los vis a vis entre él y
cualquiera de los reos que quiera entrevistarse.
Todo lo que pasa a la cárcel, debe contar con
su aprobación. Si uno de los reclusos quiere una cocina para montar un puesto
de venta, debe pedir una entrevista con el pran para que le permita el paso del
electrodoméstico y debe pagar 3 mil bolívares o más, con un permiso que se
otorga los días miércoles antes las 6:00 p.m., o no se da la autorización.
Para pasar un teléfono, a pesar que se aprobó
una ley en la Asamblea Nacional para regularizar el paso de estos equipos,
dependiendo qué tipo de aparato quiere que pase a la cárcel se debe pagar de
entre 3 mil a 30 mil bolívares, ya que depende del tipo de teléfono que desee
ingresar el recluso.
Por cada llamada telefónica, por minuto,
pagan Bs. 500. y se debe pagar todo, pues acumular deudas implica que el pran
te recluya en una celda de castigo. Los familiares hacen lo que está en sus
manos para saldar esos compromisos económicos.
El que no paga, es amenazado con ponerlo a “brillar”,
o sea, caerle a plomo.
Hace días, la directora del retén, tuvo que
negociar con el pran la entrada de reos, la cual fue aceptada, fueron un total
de 380 “chocones” (reclusos) provenientes de San Juan de Los Morros, estado Guárico,
ésta le volvió a pedir al pran que le dejara ingresar otros más, éste no se
negó, pero aseguró que no se podía hacer responsable de tanta gente, a pesar del lucro que esto
significa. La Directora está pintada en la pared y su autoridad simplemente, no
existe.
La fuente de esta nota se resguarda, y es una
persona que tiene a su hijo preso en el penal Yare III. Padece a diario las
metidas de pata de su hijo de apenas 19 años que debe ayudarlo a salir de los
tremendos líos en los que se mete, para mantenerlo con vida. Es la cruel
realidad.
Todas estas denuncias, las ha hecho el
Observatorio Venezolano de Cárceles, pero se les han hecho caso omiso. El tema
de las drogas, se abordará en otra oportunidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Realice su comentario libremente. Procure mantener un lenguaje adecuado.